En esta época de marchas de odio contra lo que se salga del mundo binario que nos han vendido siempre, cae muy bien una película sobre Lili Elbe, la primera persona que tuvo la valentía de someterse a una cirugía de reasignación de sexo.
The Danish Girl no defrauda en nada. Es bien cuidada y observa altos estándares de calidad en todos los aspectos: buen montaje, buena fotografía, guión coherente y sin lagunas, banda sonora dramática y envolvente, etc. El resultado es una película bien lograda en la que nada desentona pero nada sobresale. Las actuaciones son buenas sin ser extraordinarias. Todos profesionales, todos creíbles, pero nadie quita el aliento. (Alicia Vikander es quien explora con mayor éxito todas las posibilidades de su papel).
Lili no sabe quién es. Dos personas viven en su interior y sabe que una de ellas tendrá que marcharse para siempre, con todo lo que eso implica. Su principal preocupación no es tanto encajar en la sociedad como saber quién es y definir su identidad. El hecho de que la historia se centre en esa y sólo esa cuestión y la desarrolle bien (dejando de lado, por ejemplo, el drama de la aceptación social) es la principal fortaleza de la película. Además, leo en Wikipedia que Gerda, la esposa de Lili, era lesbiana. De ser así, considero un acierto del guión omitir ese detalle. La sexualidad de Gerda habría hecho (más) compleja la trama y le habría restado importancia al dilema de Lili.
Sentí pena por Lili cuando empieza a buscar respuestas en la medicina –todavía muy ortodoxa– y después de tocar muchas puertas parece resignarse a no encontrar a nadie que se compadezca de su humanidad divergente. Supongo que pesar de todo ésta es la mejor época para las personas trans y vendrán tiempos mejores.
Por último, como buena fan de la estética art nouveau, disfruté muchísimo el viaje a París de Gerda y Lili.
M. Dolores Collazos